Una experiencia para conocer y reconocer
En un nuevo Día Mundial del Refugiado, desde la Oficina Regional para el Sur de América Latina de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, invitamos a conocer cómo suena el mundo. Cómo podría sonar mejor. Cuánto más podríamos comprender si tan sólo nos pusiéramos a escuchar. Qué sucede con los sonidos que nadie oye.
Para respondernos, fuimos al encuentro de los sonidos de canciones, huellas, preguntas, música, palabras, ecos y silencios de personas que debieron rehacer su vida. El músico y compositor Santiago Vázquez los amalgamó en una pieza única. El objetivo: conocernos y reconocernos desde un nuevo lugar.
Protagonistas
Esta es la historia de la vida cotidiana de personas refugiadas y migrantes de Nigeria, República Democrática del Congo, República Árabe de Siria, Venezuela y Cuba que residen actualmente en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. Son familias, adultos mayores, jóvenes, niñas y niños que debieron dejarlo todo y volver a empezar.
Yoelbis
35 años
Más informaciónYoelbis
35 años
Yoelbis pasó por Venezuela antes de llegar, hace cuatro años, a Paraguay. Médico fisioterapeuta de profesión, cuenta el periplo que lo trajo al sur. Y repasa su recorrido como médico, obrero de la construcción, conductor de camiones y, ahora, en un lavadero. Los azotes de la pandemia por COVID-19 complicaron las cosas, pero una fuerza personal lo llevó a salir adelante. Hace dos años está en Encarnación, ahora con su pareja. Ella es de Paraguay. Él, de Cuba. Tienen un hijo, al que le llaman “el nené”. De fondo suenan Los Van Van. A veces, también reggaetón y más salsa cubana.
Nethaniel
29 años
Más informaciónNethaniel
29 años
Es domingo en Montevideo, y hay feria en el Parque Rodó. En uno de los puestos se venden collares, caravanas, diademas, aros. Ahora, también, tapabocas. Nethaniel toma mate, conversa, canta en el idioma que aprendió en Nigeria. Él es músico compositor -una y otra vez vuelve sobre el poder de conexión y empatía que, dice, genera la música-, y los domingos acompaña a su pareja en la venta del día. La vida los encuentra lejos de su país, pero en Uruguay todo queda cerca. Incluso el sonido del mar que, escribe, se trajo de Nigeria. Acompaña al mar con un emoticón. Es una ola.
Vivian y Faith
32 y 10 años
Más informaciónVivian y Faith
32 y 10 años
Dos y media de la tarde en la Plaza Garay, del barrio de Constitución, en Buenos Aires. Madre e hija comparten un celular y un par de auriculares. Buscan la canción que más las conmueve: “Quién quiere bailar”. Vivian la escuchaba en Nigeria cuando tenía apenas siete años, casi la edad que tiene Feith. Y la sigue cantando ahora, en Argentina, donde trabaja como personal de limpieza de una iglesia y una escuela. Las palabras fluyen como un torrente cuando se le pregunta qué significa para ella la música. Lo explica así: “La música significa mucho para mí. Cuando estoy emocionalmente abajo, me saca de esa situación, me conecta. Me hace sentir feliz”.
Okba
34 años
Más informaciónOkba
34 años
Profesor de inglés y literatura inglesa en Latakia; profesor de inglés en escuelas y empresas de Buenos Aires. Estos titulares caracterizarían la biografía oficial, digamos, de Okba. Pero la otra, la más íntima, debería incluir su tenacidad por adaptarse a un hemisferio que no es el suyo. Más de una vez contó a sus estudiantes que el significado de su nombre es la fusión entre “Okey” y “Buenos Aires. “Para hacerlo fácil de recordar”, suele justificar entre risas, pero el juego de palabras que encierra, también, una definición de espacio y tiempo. Su historia, contada una y mil veces es también un alegato para la paz. Su invitación al café arábico, una manera de estar cerca de los suyos y de compartir su cultura, su forma de pensar. Su forma de estar acá.
Chafica
63 años
Más informaciónChafica
63 años
Chafica trabaja como asistente en una tienda. De sus 63 años, van más de diez fuera de su país. Primero rehizo su vida en Venezuela, donde se casó y formó su familia. La llegada a Chile “fue una experiencia dura en lo económico” aunque, cuenta, la recibieron “con los brazos abiertos”. Antes de todo siempre están los suyos, sus raíces que aún mantiene. Ahí, en la base de su geografía afectiva, resuena la canción más recordada de su infancia: el himno nacional de Siria. Pero de todos los sonidos que esta mujer sirio-venezolana se trajo de su andar por el mundo, el más importante es una voz. “Me traje la voz de mi familia”, dice. Y ahí está todo dicho.
Carolina
44 años
Más informaciónCarolina
44 años
De su infancia recuerda “El Alma Llanera”, una canción infantil que dice así: “Yo nací en esta ribera del Arauca vibrador, soy hermana de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol”. Llegó a Paraguay junto a su hermana Numidia, su madre y sus tres hijos. Y si bien en un principio se dedicó a elaborar alimentos de origen venezolano, con el tiempo Carolina se fue haciendo un nombre reconocido en Encarnación, a 365 kilómetros de Asunción. Allí conduce un programa de radio y televisión por cable. Sus reportajes, con foco en quienes han debido abandonar su casa, su tierra, su patria, ya son una marca registrada. Esa es, también, su historia.
Pascal y Martine
54 y 44 años
Más informaciónPascal y Martine
54 y 44 años
Llegaron a Buenos Aires hace nueve años, junto con sus tres hijos más pequeños. Los mayores quedaron en su país de origen, la República Democrática del Congo, al cuidado de familiares. Luego de dos años, lograron reunificarse con apoyo de ACNUR, y más acá en el tiempo naturalizarse como argentinos. “La música es todo para mi”, resume Martine; “Es una forma de expresarse de otra forma. Por eso se dice que cantar en la Iglesia es rezar doble”. Desde su hogar, en el oeste del Gran Buenos Aires el día de la grabación eligen, junto a Pascal, “cantos de agradecimiento y alabanza”. Se los trajeron del Congo, con el sonido de la guitarra, las resonancias del tambor africano y la vibración de su propia voz.
Casa Luz Verde
Centro Día
Más informaciónCasa Luz Verde
Centro Día
“Mi corazón en Venezuela”. Así se llama la canción que un grupo de niñas, niños y adolescentes que se encuentran cada semana en El Alto, Bolivia, eligen para cantar. “Es representativa y recuerda muchas vivencias en el país de origen”, describe Ana Llanco, de la Fundación Munasim Kullakita, agencia socia de ACNUR en el país. El tema de hoy: “Alimentos saludables para mi cuerpo”. Otro día más en este espacio de atención ambulatoria para niñas, niños, adolescentes y mujeres solicitantes de asilo, refugiados y migrantes. Se acerca Will, norteamericano, con sus equipos, su estatura, para iniciar la grabación. “Con su tono distinto de hablar”, cuenta Ana. Los niños cantan y ríen, ríen y cantan. El corazón está en Venezuela. Y El Alto es El Alto.